La época de las grandes travesías oceánicas, fue la causante de que españoles franceses e ingleses, conociesen una enfermedad de la que ya hablaba Plinio, el escorbuto. A parte de remedios caseros como cerveza escorbútica, limón y hasta jarabe de hojas de pino, se ingería el ajo , que neutralizaba la vitamina C. Más adelante incluso, se fabricó el whisky al ajo con el mismo fín, que consistía en poner dientes de ajos en una botella de whisky, para ayudar a los aflijidos navegantes a matar dos pájaros de un tipo: aliviar las penas de alta mar y evitar la enfermedad del escorbuto.
Los griegos, ya recomendaban el ajo como medicamento par enfermedades que iban desde el herpes hasta la rabia. Lo cual, aumentó considerablemente su connotación mágica.
Muchas veces, al poner ristras de ajo en las ventanas, pensaban que al ennegrecerse, en realidad absorbían todo el mal del hogar.
Se recomendaba para la picadura de las serpientes, que venía ya como remedio entre los egípcios y que incluso utilizaron los Tuxtlas, dentro de la medicina tradicional mejicana.
Esta conexión, hizo sin lugar a dudas también, que se relacionase el ajo, como un remedio contra los demonios, dada la tradición popular de relacionar la serpiente con Satán.
Durante la Edad Media, se seguía utilizando con fines médicos, pero sobre todo, mágicos. Durante esta época de temor hacia extrañas enfermedades y la supremacía de la Iglesia, el ajo se convirtió en un aliado contra el mal de ojo, la brujería y hasta el vampirismo, ya conocido en esta época.Las madres incluso guardaban bajo la almohada de los niños, un diente de ajo. Aunque no se sabe su base científica, se cree que los libraba de parásitos, aumentaban su inteligencia y les salvaban del vampiros que atacaban a los menores de 5 años, como Lilith.
El culmen de esta relación entre vampiros y ajos, es la explicación de la porfiria, un conjunto de enfermedades que siempre se ha relacionado con el vampirísmo.
Su relación es sencilla. La exposición a la luz del sol les produce lesiones en la epidermis, la piel es excesivamente pálida por la falta de pigmento en la sangre, ocasionada por el mal funcionamiento de la secuencia enzimática del grupo Hem de la hemoglobina, la sed de sangre ocasionada por la falta de ésta y el hecho de que el ajo aumente un ataque de porfiria, debido a que destrulle ese grupo Hem del que hablábamos, convierte a esta enfermedad, en el origen del vampirismo por los científicos y agnósticos, que intentan dar siempre una explicación a todo y nos chafan la imaginación, a los que aún deseamos creer en princesas, duendes y en guapos vampiros (los monstruos horribles sin duda, tienen una explicación científica)
Como curiosidad, hablar sobre la investigación llevada a cabo por dos científicos noruegos que trabajaban en la Universidad de Bergen. En 1994, publicaron un trabajo titulado: "¿Protege el ajo contra los vampiros? Un estudio experimental". En él y a falta de vampiros reales, como afirmaron, utilizaron a sanguijuelas para descubrir, si los vampiros realmente sentían aversión por el ajo.
El experimento consistió en untarse ajo en un brazo y colocar cerca una sanguijuela para ver si iba al brazo aromatizado o al normal.
El caso es que no sólo la mayoría fue al untado con ajo, sino que la velocidad de succión, fue más rápida que la del brazo normal.
¡En fín! Supongo que hay vampiros para todos los gustos.
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