Adaptación libre de la novela de Bram Stoker, donde un Drácula reconvertido en un acaudalado empresario norteamericano llamado Alexander Grayson, se introduce en la sociedad victoriana de Inglaterra con el fin de revolucionar la energía, proponiendo una alternativa a las empresas de petróleo que dominan la ciudad. Sin embargo, su verdadero plan consiste en vengarse de aquellos que arruinaron su pasado, matando a su mujer y convirtiéndolo en un monstruo.
Junto a él, un grupo de aliados, lleva a cabo un maquiávelico y perfecto plan, que sólo se verá a fectado cuando descubre a una joven llamada Mina que parece ser la reencarnación de su esposa muerta.
PROTAGONISTAS:
CRÍTICA:
Ni una cuidada ambientación, ni un buen vestuario, ni la magnífica fotografía que da vida a una oscura y brillante Inglaterra en plena época victoriana, salvaron la serie de la NBC de la cancelación, tras una primera y única temporada con demasiados altibajos en su audiencia.
Su declive no tiene nada que ver con los cambios de roll de los personajes principales. Los amantes de los vampiros, sabemos que se han modificado a sus protagonistas a lo largo de la historia, de mil maneras diferentes. Sin embargo, ese añadido demasiado moderno, sí tuvo algo que ver con el cansancio del público.

La cosa va aumentando cuando forzamos a nuestra señorita Mina a convertirse en una juerguista que toca los bajos fondos de la Inglaterra tras Jack el Destripador (otro vampiro) y de día, vuelve a ser una dulce y "virginal" señorita de la alta sociedad.
Incluso dentro de esa modernidad que va degradando la serie, estaría la energía geotérmina (por lo que se ve, a nuestro vampiro "moderno" no le afectan las corrientes de agua) que utiliza como elemento de venganza . Un plan demasiado cabal para eliminar a la milenaria Sociedad del Dragón, que controla a la población, en vez de hacer lo que correspondería a un vampiro, que sería acabar poco a poco con todos sus enemigos a través del único modo que conoce un no-muerto; la sangre y la muerte.
Y es que nuestro vampiro es demasiado humano para ser creíble. Ansía tanto el sol y recuperar un pasado luminoso, que a penas en capaz de ver lo que le viene encima. Dejándose llevar por la pasión, la venganza y un amor que parece demasiado forzado para ser cierto.

Los personajes parecen estigmatizados desde el primer episodio, con personalidades demasiado planas, emepzando por la pareja protagonistas. Hay tanta atracción entre Drácula y Mina como entre mi gato y su comedero vacío. La única escena que podría aplaudirse entre ambos, más por la maestría de la cámara y los guionistas que por los actores, es la escena del baile (de hecho, la única que destacaría de la serie). Esas manos que se van adaptando a la de su amante, esas miradas que se van intensificando y al mismo tiempo, el desconcierto de los más afectados; Harker, Lucy y Jayne, la cazadora.
Una pena, porque tenía grandes espectativas sobre esta serie cuando la anunciaron. Aunque no me gustase el actor desde el principio, pensaba que esa mirada enigmática lograría sacar adelante a un nuevo vampiro a la altura del maravilloso Drácula de Coppola. ¡Ni por asomo!
Esperemos que estas meteduras de pata, ayude a otros emprendedores que vuelvan a leer el libro y crean que sólo con dinero a un guión original, pueden ganarse el favor del público. El personaje de Drácula se merece algo más que una bombilla en su mano.
Pincha aquí para ver el trailer.
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